Lactancia materna, más allá de la nutrición…

La leche materna es sin duda el mejor alimento que un recién nacido podría beber. Pero ¿Qué ocurre cuando no es posible la lactancia materna? ¿Sigue siendo importante el acto de alimentar?

Muchas madres por diferentes motivos dan fórmula:  por enfermedad, falta de información o malos consejos o por decisión. No es raro que algunas de ellas experimenten culpa.

En la Semana Mundial de la lactancia, por muchos medios podemos leer la inmensa lista de efectos positivos y beneficios que tiene la lactancia. Algunas veces esta sobre exposición a la información termina convirtiéndose en exigencia. Un deber hacer de las “buenas madres” que culpabiliza a quienes no pueden o no quieren.

 No quiero que se me malinterprete, como psicóloga perinatal estoy totalmente a favor de la lactancia materna, por sus beneficios a nivel físico, emocional y mental para mamá y bebé. Pero el motivo que creo más importante para recomendarla es que favorece el vínculo.

Como humanos nuestras necesidades básicas (sueño, hambre…) están encubiertas por el lenguaje, la cultura, historia personal, por sentimientos y emociones. Un ejemplo es que no solo comemos porque tenemos hambre, comemos porque estamos tristes o porque queremos festejar.
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La  alimentación (con fórmula o con teta) va más allá de la nutrición, es la vía por la cual nos empezamos a distanciar de la mera necesidad para iniciarnos en la creación del primer vínculo. Es a partir de eso que se le da al niño, que no solo es alimento, que el bebé empieza a constituirse como sujeto deseante, a distinguirse como persona separada del cuerpo del otro. A introducirse en el lenguaje y en la cultura.
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Las caricias, las miradas y las palabras en juego en el momento de alimentar al bebé, son igual de importantes que el alimento en sí. Son el inicio de una relación, primero con la madre (o cualquiera que cumpla dicha función) y después con el mundo.

Lo que los bebés más necesitan es que se les de amor, cuidados, cariño, tiempo y palabras. Porque para que un niño se constituya como sujeto, como persona, lo que necesita es la presencia de otro que lo atienda y que pose sobre él algo de su deseo.

Cuando un bebé encuentra una mamá con capacidad responsiva, es decir que atiende sus necesidades de forma empática y eficiente, genera entonces lo que J. Bowlby llamó un vínculo de apego seguro, que le permitirá desarrollarse en autonomía y seguridad. Sabiendo que cuenta con una figura a la cual recurrir.

La lactancia materna es un medio por el cual se facilita la generación de éste vínculo de apego. Porque empuja a la madre a ser más responsiva y a poner su cuerpo más cerca de su bebé, a tener más contacto, más cruces de miradas.  Pero no es el único medio posible.

Creo importante recordar, para aquellas madres que por el motivo que sea no han podido realizar lactancia materna, que este vínculo también puede ocurrir con otras formas de alimentación.  

Dar fórmula o teta no hace ni mejor ni peor madre a nadie. Son opciones igual de válidas. Cada madre realiza la que puede sostener, la que le es posible. Lo importante es que en esa elección se sienta segura, sin culpas por no cumplir un supuesto mandato de idoneidad. Porque lo “ideal”, “lo mejor”, es lo que cada madre puede hacer, especialmente si en este hacer está en juego el amor.

Un biberón  o una teta dada con amor, con tranquilidad, acompañada con caricias, palabras, canciones, sonrisas, miradas, nutrirá el cuerpo pero más importante aún: nutrirá el alma y el corazón de los pequeños.

En la Semana Mundial de la Lactancia Materna, promovemos la lactancia por su importancia, por sus beneficios e intentamos  informar  y apoyar a las madres para que puedan tomar una decisión libre, consciente, respetada, acerca de como quieren alimentar a sus hijos.

Proteger las lactancias es proteger a las madres, cuidar la crianza, cuidar el vínculo, cuidar a las infancias. Es apostar por el respeto y el amor.

Apoyo a las madres que deciden lactar y también a quienes no. Apuesto por lactancias libres y porque dejen de ser asuntos privados. Porque la crianza y la lactancia es un acto político y social, que no será si no es acompañado.

Natalia Sladogna.